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CAMINO DE SANTIAGO POR LA COSTA  
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Introducción al Camino de Santiago; preparativos y consejos.

 

Albergues y alojamientos / La Credencial y la Compostela / La mochila y el equipaje / Símbolos y señales

LOS PREPARATIVOS

Incluso el peregrino medieval también se preparaba para la iniciación del Camino. En los grabados de la época se ven peregrinos sin equipaje que nos pueden dar la impresión de haber emprendido su caminar sin preparación alguna; nada más lejos de la realidad, el abrigo corto abrigaba y no estorbaba el movimiento de las piernas al caminar, la peregrina de cuero le protegía del frío y la lluvia, el sombrero redondo de ala ancha le protegía de la lluvia y le daba sombra en verano, el bordón le servía de apoyo al caminar y como defensa personal ante el ataque de bestias o bribones y la calabaza le valía para portar el líquido necesario para el continuo deambular. Con el uso y el paso del tiempo esta vestimenta se hizo casi obligada en todo peregrino como queda reflejado en pinturas e iconos de la época.

El hecho de hacer el Camino está prácticamente al alcance de toda persona que se lo proponga, en cuanto al aspecto físico de esfuerzo que puede suponer; un único aspecto deberemos tener en cuenta: dosificar las fuerzas y las distancias, así deberemos planificar las etapas a realizar teniendo en cuenta nuestra propia condición física.

¿SOLO O ACOMPAÑADO?

peregrinoEs una duda habitual que el peregrino deberá resolver por sí mismo. Hacerlo sólo supone no depender de nadie para la toma de decisiones, avanzar según las propias fuerzas y estado emocional, disfrutar de la tranquilidad y la búsqueda en el interior de uno mismo. Deberíamos aprender a escuchar mientras caminamos, el canto de los pájaros, los árboles al moverse, el agua que se desplaza por los arroyos, el sonido de las olas rompiendo en la costa... y a ver lo que nos rodea, el rocío, el amanecer, el vuelo de las mariposas, el vaivén de las olas en el mar... cantidad de que cosas en las que no reparamos a diario por el ritmo de la vida a que nos hemos acostumbrado y que podremos redescubrir adquiriendo una nueva dimensión en nuestro interior. Silencio y soledad nos ayudarán a comprender muchas cosas; si no buscas nada, nada encontrarás. Por otra parte entendemos que, hoy en día, no supone peligro alguno, pues ya no encontramos los peligros de antaño sino, más al contrario, infraestructuras e información suficientes. No obstante, si en el camino te abruma la soledad, siempre podrás encontrar otros peregrinos, hospitaleros o distintas Asociaciones de Amigos del Camino que, en caso necesario, te auxiliarán.

Hacerlo acompañado supone más infraestructura y compañía, se reparte el equipaje, las alegrías y las penas; se comparten comidas, buenos ratos y experiencias que no olvidaremos en muchos años, aunque esa renuncia a la soledad conlleva que es más difícil de encontrar esa “búsqueda interior”. Otra alternativa puede ser un término medio, es decir, quedar con amigos o compañeros de viaje en un punto de llegada para comer, dormir... pero a la hora de caminar hacerlo cada uno por su cuenta .

La decisión, como siempre, es tuya.

ÉPOCA PARA HACER EL CAMINO

Partiendo de que podamos elegir la época en que vamos a iniciar nuestro peregrinaje, no cabe duda que el factor meteorológico influye, y debe influir, a la hora de escoger. El Camino de la Costa puede hacerse durante todo el año, aunque tenemos que tener en cuenta que entre junio y septiembre tenemos los meses con más horas de sol y más garantías de no sufrir inclemencias del tiempo, por ello es la época ideal para realización del Camino por la Costa, lejos de la saturación y el calor agobiante del Camino Francés y, además, nos permitirá darnos algún que otro baño en las numerosas playas del trayecto. Quienes busquen el verdadero espíritu medieval del Camino o busquen la meditación en solitario, pueden optar por el invierno, el precio a pagar es barro y lluvia, aunque no cabe duda que será mucho menos frío y más llevadero que las gélidas estepas castellano-leonesas, un verdadero martirio en ésta época. Un término medio pueden ser la lluviosa (pero no fría) primavera o el sosegado otoño, estación en la que se suele disfrutar de agradables temperaturas.

Por otra parte deberíamos tener en cuenta el denominado “Año Jubilar”. El Año Santo romano se celebra cada 25 años, en tanto que el compostelano se celebra cuando el día de Santiago (25 de julio) cae en domingo. Los Años Santos, tanto el romano como el compostelano o jacobeo, son años jubilares, de gracia y perdón. Ello también tiene una pega, la afluencia de peregrinos se hace mayor, con el consiguiente colapso en albergues y demás servicios al caminante.

TIEMPO NECESARIO PARA RECORRERLO

El cálculo hay que hacerlo teniendo en cuenta que la media de los kilómetros diarios sea llevadera, pero que no se haga eterna, también se deben tener en cuenta los tramos con altos y puertos de montaña, caminos pedregosos, y demás incordios que retrasarán al peregrino en su afán de llegar a Santiago, además de que no es lo mismo una persona de 20 años que otra de 70, uno que ande con asiduidad que uno que no se mueva... Además hemos tenido en cuenta que este sitio tenía que servir para el peregrino de a pie o en bicicleta.

La propuesta dada en este sitio está pensada teniendo en cuenta las circunstancias indicadas, por todo ello se han estirado algunas etapas y se han comprimido otras, para lograr un trazado más equitativo. El peregrino de a pie empleará aproximadamente un mes mientras que el peregrino ciclista podrá hacer la ruta jacobea en dos semanas. No obstante será cada peregrino quien, teniendo en cuenta sus circunstancias y el tiempo que para ello disponga, quien deba hacer sus cálculos particulares dividiendo etapas para quien le parezca demasiado fuerte o unificándolas para quien se encuentre en buena forma. Los cálculos son orientativos y se pueden aumentar o disminuir sobre la marcha según conveniencia y para ello está documentado todo el contenido de la guía.

PREPARACIÓN ANTES DE EMPEZAR

PeregrinaAfrontar más de 800 kilómetros si nunca se han recorrido largas distancias es una insensatez que nos puede traer serios problemas. Conviene, si éste es el caso, entrenar durante los meses previos, dando paseos cada vez más largos con el mismo material que se portará durante la travesía, o al menos con un peso similar. Si no estamos habituados a andar o pedalear, según la opción elegida, deberíamos comenzar con salidas cortas que iremos prolongando en distancia y tiempo. Para ello son aconsejables los fines de semana y la montaña con el fin de acostumbrarse a subidas y bajadas. Una vez llegados a la distancia que hayamos calculado realizar deberíamos añadir el peso, uno similar al que hayamos calculado llevar; nos servirá para tantear si es mucho o está bien para ir habituándonos a desplazarnos con el peso, pues es obvio que no son lo mismo treinta kilómetros en vacío que con 10 kilos en la espalda.

El Camino a pie:

Es necesario entrenar todos los terrenos: llano, toboganes, montaña... y sería conveniente hacerlo con el mismo calzado que llevaremos en el peregrinaje.

El Camino en bicicleta:

Lo mismo podemos decirle al peregrino ciclista, es necesario entrenar con tiempo todos los terrenos: llano, cuestas, carretera, montaña... Si pensamos hacer el Camino por carretera, ha de elegirse una bicicleta no demasiado pesada, el modelo ideal es el de turismo tradicional. Si pensamos recorrer el Camino respetando al máximo la ruta tradicional, las actuales bicicletas de montaña se hacen indispensables.

En ambos casos, si no se ha podido entrenar antes del inicio del Camino otra opción es entrenar en el propio trayecto, para ello deberíamos empezar suave, con distancias cortas para ir aumentando la distancia a medida que “dominamos” la situación.

DURANTE EL VIAJE

No improvises; antes de la partida diaria, en el desayuno o en la lectura de la noche anterior abre tu guía e informarte de lo que vas a observar, donde vas a comer o cenar y donde terminarás la jornada, viendo y calculando las posibles alternativas; es la mejor forma de vivir el Camino al máximo, sin perderte nada.

Es conveniente hacer unos estiramientos antes de comenzar a andar o a pedalear. El tramo diario hay que comenzarlo caminando suave hasta que sintamos que nuestro cuerpo se ha “calentado”, y luego procuraremos mantener un ritmo continuado, sin cambios y sin forzar. Un ritmo adecuado sería el que nos permita mantener una conversación con nuestro compañero de viaje. Si llevamos compañía, será el que “menos ande” el que marque el ritmo, pues de lo contrario, puede terminar reventado.

Atención en los terrenos sin pavimentar, cualquier descuido con piedras sueltas, zanjas o baches puede dar al traste con nuestro peregrinaje.

Alimentación: La marcha diaria supone un esfuerzo mayor al habitual y la quema de calorías y sales minerales; por lo tanto habremos de cuidar la alimentación y enriquecerla con fibra y abundantes líquidos. Conviene llevar a mano frutos secos para un apuro, pero nada más, pues en todo el trayecto encontraremos lugares donde comer o comprar comida y portar latas u otros alimentos sólo añadirá peso a nuestras piernas.

Donostia

ALBERGUES, ALOJAMIENTOS, REFUGIOS...

La red de albergues para peregrinos es la representación de la tradición hospitalaria jacobea. En ellos pueden dormir quienes viajen a pie, en bici o a caballo, a cambio de un donativo voluntario que en algunos casos se han convertido en obligatorios. Dejar un donativo es la única manera de contribuir a que el Camino no cambie y a que los refugios puedan seguir ofreciendo una acogida agradable con espíritu desinteresado; deberemos tener en cuenta que tienen una serie de gastos de mantenimiento, limpieza, agua, electricidad... y que sin el donativo que dejemos el peregrino de mañana, tal vez tú, lo encontrará cerrado.

Entre los existentes hay de todo, hoteles de cinco estrellas con secadora y microondas o el duro suelo de una vieja y cochambrosa casa. Como dicen los auténticos amantes del Camino “el peregrino no exige, agradece”. Lo único que se garantiza es un techo para dormir y agua para lavarse, eso sí, no siempre caliente. A cambio sólo debemos dejar limpias las instalaciones y respetar el descanso de los demás usuarios; recuerda que tras de ti ha de llegar otro peregrino que agradecerá encontrarse todo como tú lo encontraste, o más limpio si es posible. Y una cosa más, no exijas, no son hoteles, ni siquiera hostales, si quieres los servicios de éstos paga por ellos que los hallarás en casi todas las localidades por las que pases.

La historia de la hospitalidad en la ruta jacobea es casi tan antigua como la misma ruta; clérigos o laicos, profesionales o voluntarios, anónimos habitantes de los lugares por donde transcurre el Camino han acogido a lo largo de los siglos a peregrinos y les han dado su apoyo. Sin el sustento de estas gentes y un lugar en donde poder reponer las disipadas fuerzas, el peregrino no hubiese podido recorrer la Ruta Sagrada de ninguna de las formas.

Albergue Donibane GaraziEl refugio medieval, prácticamente igual que hoy, iba acorde a la población en donde se ubicaba, así en las pequeñas aldeas lo más normal eran pequeñas edificaciones destinadas únicamente a dar cobijo al peregrino (el número de doce camas era bastante habitual por lo simbólico de la cifra, queriendo recordar a los doce apóstoles). El número de camas y servicios hacia el peregrino crecía en las aldeas que disponían de más infraestructuras y en las grandes poblaciones se daba la coexistencia de varios hospitales o albergues para peregrinos (por ejemplo Burgos llegó a superar los treinta). Por otra parte, en el medioevo era habitual dejar las iglesias abiertas para que el peregrino que así lo desease pudiese dormir en ellas, lo que le hacía sentir espiritualmente más reconfortado.

Desde sus inicios la existencia de albergues y refugios ha sido algo dinámico, aumentando su número o disminuyendo en función de la cantidad de peregrinos que demandaba sus servicios. Así, con el declive general del Camino, la mayoría de los refugios que hoy en día encontraremos no son los que cobijaron a los peregrinos de pasadas épocas, sino que han sido creados en los últimos años dado el auge experimentado por la ruta jacobea y las necesidades de atención a toda la masa de peregrinos que hoy en día vuelven a poblar los caminos hacia la villa compostelana. No obstante algunos de los que fueron albergues en tiempos pasados hoy día se conservan bajo el protector título de Parador Nacional de Turismo, con las obvias modificaciones, lo que nos puede dar una idea de la importancia de la Ruta Sagrada en los otros tiempos (Hospital de los de Reyes Católicos en Santiago de Compostela, Hospital de San Marcos en León,...)

Igual que sucedía antaño, con el resurgir de las peregrinaciones a finales del siglo XX se han vuelto a crear nuevos albergues y se ha recuperado la figura del hospitalero que, en muchos casos, atiende al peregrino en sus ratos libres, a cambio de agradecimiento. Si tras hacer el Camino te animas a seguir su ejemplo contacta con alguna que las Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago y te indicaran los pasos a seguir, es otra forma de “hacer Camino”, puede que incluso más gratificante que el caminar.

Al hacer nuestros cálculos de ruta deberíamos prever que el final de la jornada diaria nos coincida con algún albergue de peregrinos. No suelen abrir hasta el mediodía (las 16:00 h. los gallegos) y exigen silencio a horas tempranas (entre las 21:00 y 23:00 h. según el caso), ya que el peregrino suele madrugar; es conveniente dejar preparado el equipaje por la noche para no despertar al que permanece en cama, tal vez cansado de la dura jornada anterior, o incluso enfermo, ¡cuidado con las ruidosas bolsas de plástico! No se puede permanecer más de una noche, salvo enfermedad, y tienen preferencia los caminantes frente a ciclistas y jinetes. No admiten reservas y no se permite a los coches de apoyo llegar y ocupar las camas con las mochilas de los que vienen detrás libres de peso. Deberíamos pensar en los que vienen en peores condiciones que nosotros.

albergueInsistimos en la conveniencia de utilizar los albergues de peregrinos porque entendemos que es la mejor forma de “hacer Camino”, de vivirlo, de integrarse en su ambiente y de contactar con otros peregrinos que siempre tendrán vivencias para intercambiar. No obstante, no todo peregrino utiliza los albergues para pernoctar, algunos despliegan su saco de dormir bajo cualquier cubierta, otros bajo la tienda de campaña que llevan entre el equipaje. A otros en cambio los albergues se les quedan “cortos” y buscan alojamiento en otros lugares. En la presente guía se han incluido varias opciones de alojamiento, para que sea el peregrino el que opte por ellas, o para tener una alternativa si el albergue de peregrinos está completo. Así se describen los siguientes:

  • Albergue de peregrinos, denominamos así al albergue de uso exclusivo para peregrinos, en donde no podremos pernoctar sin mostrar la credencial. Pueden ser públicos o privados, de pago o gratuitos. Caben destacar los Hospitales de Peregrinos, donde se lleva a cabo la tradición hospitalera siendo atendidos por hospitaleros voluntarios y donde no se cobra una tasa, sólo es pide la voluntad del peregrino. Como norma general no se admiten reservas y las camas se ocupan por orden de llegada de los peregrinos.
  • Albergue, denominamos así al conjunto de albergues (juvenil, municipal...) que no son de uso exclusivo de peregrinos; también los hay privados y públicos. Este tipo de albergue si que suelen admitir reservas.
  • Alojamiento, englobamos bajo esta denominación el conjunto de establecimientos comerciales donde cualquier persona puede alojarse, camping, pensión, hostal, hotel...
  • Refugio, denominamos así al lugar adecuado para refugiarse o descansar, bien ante inclemencias del tiempo o bien para pasar una noche. No suelen tener ningún tipo de equipamiento ni servicios.

LA CREDENCIAL Y LA COMPOSTELA

La Credencial es el documento que nos acredita como peregrinos; es la versión moderna de aquel “salvoconducto” que utilizaba el peregrino de antaño y que le ayudaba a disfrutar de franquicias, recibir limosnas, caridad, hospedaje... Es imprescindible para pernoctar en los albergues de peregrinos, sin presentarla no podremos hacer uso de los mismos. Se sella para autentificar el paso por la Ruta Jacobea; los hospitaleros la sellan en los albergues en donde pernoctemos, también nos la sellarán en las principales iglesias de la ruta, o en las oficinas municipales de los ayuntamientos...

CompostelaLa podemos conseguir en las Asociaciones de Amigos del Camino; conviene ser prevenido e iniciar el camino con ella en la mochila, por lo que habríamos de obtenerla antes de empezar. Además al acercarnos a cualquiera de las Asociaciones de Amigos del Camino nos explicarán con mucho agrado las peculiaridades que podremos encontrarnos en nuestro peregrinaje y nos darán unos útiles consejos.

La Compostela. Los peregrinos que hayan completado al menos 100 kilómetros a pie o 200 kilómetros en bicicleta pueden solicitar la Compostela, que es el documento acreditativo de haber realizado la peregrinación bajo “pietatis causa” o causa piadosa. La expiden en la oficina del peregrino que localizaremos en la Rua do Vilar nº 1-3 de Santiago de Compostela (tfno. 981568846); la encontraremos abierta en estos horarios: desde Domingo de Ramos hasta el 31 de octubre, de lunes a domingo de 9,00 a 21,00 horas. En invierno (desde el 1 de noviembre hasta Domingo de Ramos) de lunes a sábado de 10,00 a 20,00 horas y los domingos de 10,00 a 14,00 y de 16,00 a 20,00 horas. Para acreditar que hemos pasado por los distintos puntos del Camino nos solicitarán que presentemos la Credencial que, por supuesto, deberá estar convenientemente sellada en los distintos albergues o parroquias por las que hayamos pasado con el fin de poder dar fe de haber recorrido el Camino en las condiciones requeridas para la expedición documental. Según archivos recopilados el satisfactorio documento se viene extendiendo desde el siglo XIV.

LA MOCHILA Y EL EQUIPAJE

DEL EQUIPAJE Y DEMÁS TRASTOS.

El exceso de peso es el mayor enemigo del peregrino. Resulta frecuente ver peregrinos en las primeras oficinas de Correos del recorrido facturando a sus domicilios un paquete con todos los objetos innecesarios que trajeron. El equipaje que llevemos nunca debería superar los diez kilos. Mochila y calzado, o bicicleta, han de ser de buena calidad y probados antes de iniciar la aventura. La reducción del peso será el mejor aliado y el axioma a seguir. Prueba a dejar la radio y demás trastos y a cambiar tu modo de ver la vida durante unos días; cambia la emisora por el trino de los pájaros, párate a observar el vuelo de las gaviotas y como las olas rompen en el mar, terminarás agradeciéndotelo.

Mochila o alforjas han de estar en consonancia con el peso transportado y ser resistentes, pero tener en cuenta que una demasiado grande es una tentación a llenarla de objetos innecesarios. La mochila debe ser cómoda, y mejor aún si es anatómica ya que serán muchas las horas que la llevemos a nuestras espaldas; en todo caso no se recomienda pasar de los 10 kilos.

peregrinosLa ropa es la causa más frecuente del exceso de equipaje. Siempre se necesita menos de lo que uno programa antes de salir de casa. En verano basta con tres camisetas de algodón, otros tantos pares de calcetines (si son de algodón, mejor) y mudas interiores, un pantalón corto y otro largo y un jersey para las noches frescas. Es mejor hacer la colada en los refugios que cargar con todo el armario. En invierno se hacen imprescindibles gorro y guantes de lana, chambergo, jersey o forro polar y anorak. Un chubasquero, o una capa para la lluvia, conviene llevarlos incluso en verano, no ocupa espacio ni pesa y siempre puede venir bien; deberá ser de color llamativo. Y siempre, para el ciclista, “culotte” para evitar rozaduras, casco, guantes y gafas de sol. Ropa ligera de algodón en verano y forro polar y anorak de montaña para el invierno. Por último, al margen de nuestras creencias religiosas, indicar que el propio Camino y el resto de peregrinos merecen un respeto, por cuanto deberíamos mantener cierta moderación en el vestir, principalmente al entrar en iglesias y edificios religiosos.

Para el caminante la mochila se hace imprescindible, y se debe compensar el peso simétricamente colocándose las cosas más pesadas en el fondo. La ropa que llevemos por el día ha de hacernos suficientemente visibles en la carretera con colores llamativos y si madrugamos mucho sería buena la colocación de reflectores. No estará de más añadir un bordón o vara larga, ayudará en las subidas y ante animales sueltos.

A la hora de montar el equipaje en la bicicleta, han de buscarse siempre alforjas sirviendo los mismos consejos sobre la distribución de la carga en ambos lados. Hay que evitar llevar peso sobre la espalda y debemos aprender a movernos con el peso que tiene que soportar la bicicleta, sobre todo en ascensos y descensos. Si madrugamos mucho la bicicleta ha de estar convenientemente iluminada, sería bueno dotarla de reflectores adicionales. Igualmente, la ropa que llevemos por el día ha de hacernos suficientemente visibles en la carretera, por lo que convienen colores vivos para hacernos ver en los tramos en que coinciden Camino y carretera. Para la bicicleta, además, bomba, tubulares o cámara de repuesto, parches, disolución, desmontables, papel de lija, herramientas y linterna.

El saco de dormir, es necesario para pernoctar en los albergues, donde no hay sábanas y sólo algunos ofrecen mantas. En verano uno ligero de fibra sirve; en invierno es mejor llevarlo de pluma natural o sintética, ya que en los albergues hace mucho frío y son pocos los que cuentan con calefacción. Incluir una esterilla aislante para cuando no queden camas o se desee dormir a la intemperie.

CenandoUtensilios de cocina; cargar con ollas y sartenes no es aconsejable. La mayoría de los refugios cuenta con cocina equipada con los utensilios más elementales, y en los que no la tienen no podremos cocinar. Muchos tienen frigorífico y algunos hasta microondas. Puede ser interesante llevar los cubiertos propios o un cacito, ¡y ya te estas pasando de peso! En los albergues de peregrinos, siguiendo la tónica general de dejar todo al marcharte igual que lo encontraste al llegar, se espera de los peregrinos que limpien la cocina después de usarla.

Comida; llevaremos lo justo para emergencias, si nos da un bajón o nos quedamos clavados. Serán suficientes unos frutos secos o chocolate si el calor nos lo permite. Totalmente desechadas las latas o alimentos que añadan peso innecesario, ya compraremos al llegar al lugar donde decidamos comer.

Calzado; nunca estrenar calzado para hacer el Camino. Es la mejor garantía de tener ampollas o de volver pronto a casa. En época estival pueden usarse zapatillas con suela fuerte, o bien botas tipo trekking de media caña; en el resto del año la segunda opción es casi obligada. En todo caso conviene elegir unas de horma ancha y, tal vez, medio número mayor que el nuestro ya que los pies se hinchan y para que nos entre bien el segundo calcetín.

Una tienda de campaña tampoco es aconsejable si no se puede repartir el peso entre varios. Da autonomía pero añade kilos de más, por lo que no entra en nuestro axioma.

Documentación. En cuanto a la documentación y papeles nos será suficiente con portar el DNI, la Tarjeta Sanitaria y una tarjeta de crédito para abastecernos de dinero en el recorrido, con esto nos bastará. ¡Y la credencial!

Botiquín básico: Tijeras, esparadrapo, vendas, aguja e hilo para las ampollas, alcohol, desinfectante, crema anti-inflamatoria y Aspirina.

No deberíamos olvidar un gorro que nos cubra la cabeza, vaselina para los pies, crema solar en verano, cacao para los labios en invierno, bolsa y útiles de aseo, toalla pequeña, mechero, cantimplora o botellín, una cámara de fotos, una brújula, una vieira que nos identifique como peregrinos y la guía del Camino.

Trucos para hacer la mochila: Los ronquidos en los albergues pueden ser molestos, unos tapones de oídos se harán imprescindibles. Unos imperdibles sirven para colgar la ropa húmeda de la mochila, así se seca mientras se viaja (este consejo no sirve si vas en bicicleta por caminos de tierra). Las bolsas de plástico no pesan nada y vienen bien para envolver la ropa en días de lluvia, por si cala la mochila. Un mismo bote de jabón líquido puede usarse para aseo personal y para lavar la ropa, quitaremos peso. Un rollo de papel higiénico, para una urgencia... Si no llevamos teléfono móvil, llevar apuntados los teléfonos más importantes. Los objetos más pesados han de ir al fondo de la mochila, para repartir bien el peso. Las cosas de más uso conviene meterlas en los bolsillos laterales, donde estén a mano. Si el segundo par de calzado, necesario para que los pies descansen en los refugios, es de goma puede utilizarse también en la ducha sin necesidad de cargar con otras zapatillas, ahorraremos espacio y peso. No añadir nada “por si acaso”, al final no se usa.

ENFERMEDADES Y MALESTARES DEL PEREGRINO.

Bastantes de las personas que iniciaban e inician su peregrinación tenían y tienen un motivo común, la solicitud al Santo para que interceda por la curación de determinada enfermedad. Multitud de hospitales se constituyeron para auxiliar al peregrino enfermo en su viaje, a veces sin regreso, por lo que no es extraño encontrar cementerios construidos al lado de antiguos Hospitales de Peregrinos. El apóstol Santiago tenía una larga lista de enfermedades y males curados de los maltrechos cuerpos de sus seguidores, dejándoles totalmente sanos.

No obstante, no nos referimos en este apartado a las enfermedades que atañen al peregrino antes del inicio de su marcha al Santo Lugar, sino de las que se pueden presentar por el camino y su prevención.

Higiene y estiramientos antes de empezar la etapa serán la mejor manera de prevenir malestares o enfermedades.

albergueAmpollas: es importante llevar siempre limpios y secos los pies, no andar con calcetines húmedos. Para prevenir las ampollas es útil el darse un poco de vaselina en los pies antes de comenzar la caminata diaria. Al llegar al refugio, lavarse los pies con agua fría y alcohol de romero. Es importante llevar dos pares de calcetines, uno fino en contacto con la piel (a ser posible de algodón y sin costuras) y otro gordo fuera si llevamos botas. Si el que esté en contacto con la piel es de costuras hay que ponerlo al revés de manera que las costuras e irregularidades queden hacia fuera. Si, aun y todo, la ampolla se produce el remedio es sencillo y rápido: se ha de pinchar con una aguja desinfectada (para ello usaremos el mechero) y un hilo. Una vez traspasada, se deja el hilo dentro con un trozo de salida y otro de entrada de manera que drene e impida que la herida vuelva a cerrarse antes que expulse todo el líquido. No conviene ducharse antes de comenzar a andar pues se favorece la formación de ampollas y, además, molestaremos al resto de peregrinos del albergue.

Inflamaciones: las tendinitis y distensiones musculares se producen, entre otros motivos, por el mal apoyo de las articulaciones. Deberemos tener cuidado al caminar por suelos irregulares, así como limitar el peso de la mochila que, inevitablemente, repercute en nuestras piernas y pies. Las pomadas y anti-inflamatorios son útiles en los primeros episodios.

Cansancio muscular: agujetas y calambres musculares son propios de las primeras jornadas. Planificar los primeros días con suavidad, incrementando paulatinamente las distancias diarias; limitar el peso transportado y beber mucho líquido son la mejor garantía contra el cansancio. También es aconsejable hacer estiramientos antes de empezar y al llegar al albergue. Una vez en el albergue, tomar baños de agua, colocar las piernas en alto y aplicarse un buen masaje en pies y piernas con una crema para la circulación. Hay que descansar antes de llegar al agotamiento, de lo contrario será mucho más lenta y dificultosa la recuperación. Para los que vayan muy al límite de sus posibilidades es recomendable la ingestión de bebidas energéticas e incluso algún complejo vitamínico.

Intoxicaciones: deberemos tener cuidado con los manantiales y fuentes de agua no tratada o no potable, pues podemos terminar alojados en el hospital más cercano. En las zonas montañosas y rurales encontraremos habitualmente setas y frutos silvestres, cuidado con ellos si no los conocemos y, siempre, lavarlos antes de ingerirlos.

SÍMBOLOS Y SEÑALES DEL CAMINO

flechasTal vez el peregrino novel se encuentre temeroso de perderse, pero pensamos que con una buena guía en la mano y las indicaciones que hallará por el trazado, realmente le va a ser difícil poder extraviarse.

Las flechas amarillas que unifican gran parte del Camino, son a la postre la mejor referencia para el peregrino. Se comenzaron a pintar hacia los años ochenta, habiendo sido remarcadas, mejoradas y mantenida la señalización por diversas Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago.

En algunos tramos no hay más señalización que las flechas amarillas, en otros se utilizan azulejos con un grafismo de la vieira acoplados a mojones de cemento y fachadas de viviendas, vieiras de bronce incrustadas en suelo y paredes, mojones de piedra similares a los antiguos puntos kilométricos, o toda suerte de carteles, señales y avisos hechos por manos anónimas que orientan al peregrino hacía su destino, aunque en otras ocasiones almas no tan desinteresadas desvíen ese chorro de dinero hacia un restaurante o un negocio particular, que de todo hay en viña de Santiago.flechas

Pese a todo, en caso de perderse, un sencillo y lógico consejo, seguir siempre la dirección indicada en el mapa (normalmente hacia el Oeste) hasta encontrar la próxima referencia, para lo que nos vendrá bien una pequeña brújula que no nos ha de ocupar excesivo lugar ni peso y que nos puede sacar de algún apuro. Recordar también que el sol tiene la costumbre de salir por el Este y que siempre busca el Oeste para esconderse.

DESPUÉS DEL CAMINO.

Tras terminar el Camino, si realmente lo has vivido, te darás cuenta que algo ha cambiado en tu interior. No es una simple ruta por la que te vas desplazando, a lo largo del Camino se recogen vivencias que quedarán grabadas en lo más profundo de ti. Hospitalidad, trato, convivencia, buenos y penosos momentos, amistades... marcarán un antes y un después en tu vida.

Si te decides a volver a acercarte al Camino, bien a andarlo, bien a colaborar en su favor, puedes hacerlo de muchas formas, como hospitalero, ayudando a mantenerlo limpio, a señalizarlo, a mantenerlo en definitiva, ponte en contacto con la Asociación de Amigos de los Caminos de Santiago más próxima a tu domicilio y te informarán de la cantidad de cosas que puedes hacer según tus posibilidades, gustos, disponibilidad...

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